Tres pequeños viajeros y el frío campurriano

Las últimas lluvias y nevadas en el Sur de Cantabria nos han dejado un tiempo muy inestable y bajas temperaturas. ¿Cómo viven las aves más pequeñas con esta climatología?

Alto Campoo desde la Lastra

Alto Campoo desde la Lastra

Vamos a exponer el caso de tres especies distintas: una residente en la zona, el jilguero; un invernante venido de tierras lejanas, el zorzal real y un último visitante, el picogordo, un migrante invernal un poco más difícil de detectar. Todas ellas las hemos observado estos últimos días en el sur de Cantabria, dentro del espacio Río y Embalse del Ebro de Red Natura 2000, una zona de especial conservación (ZEC) que vertebra gran parte de la geografía del sur de la región.

El primero de nuestros vecinos es muy conocido por todos, el jilguero (Carduelis carduelis). Un ave social que se mueve en grupos y que ha sabido adaptarse en la mayor parte de los casos a las modificaciones del entorno producidas por el ser humano: parques y jardines, campos de labor, pueblos, descampados, cunetas, baldíos… Es muy común en toda la región y también en el entorno del embalse de Ebro, donde abundan sus plantas favoritas: los cardos (Cardus spp. y Cirsium spp.). En lo más crudo del invierno también puede picotear los brotes de alisos, abedules, olmos, etc.

jilgueros durante el temporal de principios de diciembre - copia

Jilgueros en la nieve a principios de diciembre.

Están también habituados a buscar semillas de plantas entre la nieve, allí donde se van formando claros. Muchas veces se trata de jilgueros nacidos aquí, a los que se unen otros ejemplares migratorios procedentes del centro de Europa. Con detenimiento, se puede diferenciar a estos últimos, ya que presentan un tamaño ligeramente mayor que los ibéricos, y sus colores son de un mayor contraste.

Puntualmente el otoño y el invierno se recrudecen: llegan olas de frío procedentes del centro de Europa, acompañadas de temperaturas bajo cero, y normalmente precipitaciones en forma de nieve en cotas bajas. Aumentan entonces los grupos de zorzal real (Turdus pilaris), un pariente de nuestro malvís o zorzal común, venido también del frío norte. De aspecto robusto, en su plumaje destacan tonalidades grises y marrones, con el pecho moteado y una clara ceja blanca sobre el ojo. Mucho más tímido que el jilguero, ocupa sobretodo cierres de fincas, en los que abundan dos arbustos de fruto, vitales para esta especie: el espino albar y el rosal silvestre, que desprovistos ya de hojas, exhiben el color rojo de sus frutos.

Frutos de otoño, entre los que destacan el escaramujo y las endrinas.

Algunos de los frutos que más abundan en la campiña del sur de Cantabria

En el entorno del embalse es habitual verles alimentándose, volando de un arbusto a otro, junto a los zorzales alirrojos; o en el suelo, buscando invertebrados junto a los estorninos. Es algo más grande que el jilguero, y bastante más desconfiado, enseguida emprende el vuelo si el observador se acerca demasiado.

Zorzal real sobre espino albar en el entorno de la ZEPA Embalse del Ebro

Zorzal real sobre espino albar en el entorno del embalse del Ebro

La última de las aves que os traemos hoy es el picogordo (Coccothraustes coccothraustes). Destaca por su aspecto robusto, ya que posee un fuerte pico cónico y una estructura muscular muy desarrollada, que le permite aplicar una fuerza que en ocasiones puede superar los 40 kg. Si comentábamos que el zorzal real es desconfiado, del picogordo podemos decir directamente que tiene un comportamiento “retraído”.

Picogordo en oteadero

Picogordo oteando desde un nogal, y buscando endrinas en el suelo.

Su alimentación, a base de frutos principalmente, hace que seleccione los mismos hábitats que el zorzal real. Pero siempre cerca de grandes árboles, a los que huye cuando se le molesta. El de la foto es un picogordo detectado también a primeros de mes, que visitó asiduamente una zona de endrinos, revolviendo los frutos ya maduros del suelo.

Este mes se ha dado una irrupción masiva de esta especie, que aunque año tras año va aumentando el número de observaciones, aún es bastante escaso y ligado a las entradas de aire frío.

Es importante observar las aves con cautela, no debemos olvidar que en muchos casos podemos estar ante ejemplares que efectúan largas migraciones; y que por lo tanto pueden encontrarse exhaustos o hambrientos y que necesitan zonas de tranquilidad, donde reponerse. Con un poco de prudencia, para que nuestros espacios naturales puedan seguir acogiendo a estos grandes viajeros, y nosotros podamos disfrutar de ellos.

Equipo del Centro Ornitológico del Embalse del Ebro

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