Un año en la vida de los tilos de la Estación – episodio 2: La procesión va por dentro 

Un año en la vida de los tilos de la Estación – episodio 2: La procesión va por dentro

TEMPORADA 1. “UN AÑO EN LA VIDA DE…: LOS TILOS DE LA ESTACIÓN”

CAPÍTULO 2. LA PROCESIÓN VA POR DENTRO

Pasan las semanas y los tilos de La Estación no manifiestan ningún cambio mientras cumplen con su papel de árbol caducifolio que les asemeja durante los meses más fríos a dos enormes sarmientos para los que no existe el tiempo. Sin embargo, a menudo, y sobre todo en la naturaleza, las apariencias engañan y sabemos que desde hace unas semanas nuestros protagonistas están tramando algo a hurtadillas, lejos de nuestra vista.

Durante el invierno las piscinas, los campings, muchos hoteles y restaurantes aprovechan la temporada baja para hacer reformas y reparaciones y prepararse así para recibir con su mejor cara a los turistas que lleguen dentro de unos meses con el sol y el calor. Pues bien, este modo de proceder tan aparentemente humano, tan de gestión de negocios no es genuino del ser humano, ni mucho menos, de hecho los árboles que “hibernan” lo llevan haciendo durante cientos de miles de años. ¡Veamos!

Las apariencias engañan y sabemos que desde hace unas semanas nuestros protagonistas están tramando algo a hurtadillas

Hace un buen puñado de semanas que nuestros tilos se desprendieron de sus hojas ya secas y entraron en la pausa invernal para así, muertos y vivos a la vez, capear los rigores de este invierno que, este año sí, está haciendo honor a su nombre. Sin embargo la primavera ya se vislumbra en el horizonte, el sol y el calor que llenan de turistas esos campings, hoteles y piscinas llenarán de vida a nuestros protagonistas y todo tiene que funcionar a la perfección, no puede haber un cabo suelto, no hay lugar para un fallo que desbarate el furor primaveral. Por eso, desde hace unas semanas los tilos de La Estación están inmersos en tareas de mantenimiento, de fontanería más concretamente.

El interior de un árbol está repleto de finos y largos tubitos, tan largos como la distancia que separa las hojas de las raíces. Hay 2 tipos de tubitos: Unos leñosos compuestos por células muertas, el xilema, y otros formados por células vivas y que discurren pegados a la cara interna de la corteza, el floema. El xilema es el encargado de que el agua que extraen las raíces del suelo llegue a cada rincón de cada hoja y esta pueda hacer la fotosíntesis. Si esto es así, con este agua, la luz del sol y CO2 la hoja fabricará azúcares, la “comida de la planta”, que a través del floema llegarán a todas las células vivas del árbol. Podríamos decir, por tanto, que estas cánulas extrafinas son las arterias y las venas de los árboles. Y todos sabemos qué ocurre cuando las arterias y las venas se atascan…

Con el frío de estos días algunas gotas de agua que hay en el interior de estos tubitos se habrán congelado y habrán originado unas burbujas que suponen un obstáculo para la circulación, seguramente mientras se escriben estas líneas, a 10 pasos del ordenador, nuestros tilos están destruyendo esas burbujas para que no se les agüe la fiesta de la primavera. Además durante el último año muchos de estos conductos habrán sufrido daños y desgaste que los habrán inutilizado, por eso, al mismo tiempo que destruyen burbujas, los tilos están construyendo sin pausa pero con prisa nuevos tubos, de xilema por el interior y de floema por el exterior, que reemplazarán a los ya vetustos del año anterior.

Esta regeneración se realiza cada año por estas fechas, donde el nuevo perímetro de xilema, al ser leñoso es más oscuro que el floema, de tonos más claros… ¡Un momento!, regeneración anual, perímetros, tonos oscuros y claros… ¿os suena de algo? ¡En efecto!, la generación anual de xilema y floema dibuja, ni más ni menos, ¡los anillos de los troncos que nos dicen la edad de los árboles!

Así que, como decíamos al principio, en la naturaleza las apariencias engañan y nuestros amigos  con apariencia exánime están trabajando frenéticamente para que esta primavera venga más verde que nunca.

Y es que, a veces, la procesión va por dentro.

¡Hasta el próximo capítulo!