El Abedul, el árbol de la sabiduría
Caminando estos días por el Parque Natural de Los Collados del Asón, vamos notando ya el comienzo del otoño. Los días se van haciendo más cortos y más fríos, y nuestros bosques se tiñen de una variedad de colores que van desde el amarillo más intenso, pasando por el pardo anaranjado, hasta los marrones más apagados. Pero este fenómeno tan vistoso sólo dura unas semanas, ya que con la llegada de los fuertes vientos otoñales las hojas van cayendo al suelo dejando un bosque repleto de troncos desnudos, por lo que es octubre, uno de los mejores meses para poder contemplar el toque del rey Midas en los bosques del alto Asón.
Uno de los protagonistas de esta transformación aurea de nuestros paisajes es el abedul (Betula alba), el cual destaca por dos características que marcarán su distribución en el Parque Natural de Los Collados del Asón. Por un lado su resistencia al frío le permite ser el árbol que puede vivir a mayor altura, conformando así la parte más alta de los hayedos, y por otro lado, su capacidad de crecimiento en cualquier tipo de suelo, le permite desarrollarse en terrenos que han sufrido ciertas perturbaciones, ya sean talas o quemas continuadas, o bien, prados de pasto que van siendo abandonados. De esta manera los pequeños bosquetes de abedules constituyen las primeras fases de la regeneración paisajística hacia los hayedos maduros.
Leyendo la obra “Flora Española” de José Quer, botánico español del siglo XVIII, nos queda claro que betula es el nombre por el cual se conocía a este árbol, aunque hoy en día solo se utiliza para denominar el género al que pertenece taxonómicamente.
Lo que no está tan claro es el origen de esta palabra. Una de las posibles explicaciones que nos da Quer es que, betula procede del verbo latino batuo, que significa castigar, ya que de antaño se usaban las ramas largas y flexibles del abedul para azotar a los delincuentes. También ha sido apreciado con este fin para castigar a los alumnos en las escuelas cuando no se sabían la lección, de ahí que al abedul se le llamase irónicamente el árbol de la sabiduría.
Pero su relación con la cultura ha sido todavía más profunda, ya que según nos cuenta el Padre Sarmiento, escritor y erudito benedictino español también del siglo XVIII, antiguamente se utilizaban los pergaminos de abedul, formados por su corteza interior, fina y casi transparente, sobre la que escribían y a la que denominaban librum en latín, de ahí la procedencia de la palabra libro y sus derivados.
Compañero habitual de nuestras rutas es muy fácil de reconocer, ya que su corteza blanca y lisa, junto con sus hojas acorazonadas y con un borde aserrado, lo delatan. Pero además, en esta corteza se le suelen apreciar claramente los nudos de antiguas ramas, y unas pequeñas grietas alargadas y horizontales, llamadas lenticelas.
Equipo de Guías del Parque Natural de los Collados del Asón.