El Monte Corona, “el bosque que no arde”, es un ejemplo de compatibilización de los aprovechamientos forestales con la conservación y el uso público. Tras más de un siglo de historia de gestión sostenible y con una población local implicada en su protección, actualmente toda la madera del Monte está certificada, garantizando así un uso responsable del bosque.
El recorrido comienza en el parking de la Tejera situado en el límite inferior del Monumento Natural de Las Secuoyas del Monte Cabezón, declarado en 2003 y que tiene la peculiaridad de ser el único espacio natural bajo esta figura de protección en Cantabria y el más extenso y longevo de esta especie en el continente. Se trata de un rodal de 2,5 Has de secuoya roja o californiana (Sequoia sempervirens) constituido por 848 ejemplares que fueron plantados a finales de los años 40 del siglo pasado y cuya altura máxima se acerca a los 50 m en algunos casos. Junto a las secuoyas hay algunos ejemplares de pino insigne, cipreses, abetos, robles americanos, castaños de indias y otras representaciones de especies autóctonas como robles, hayas y castaños.
Se remonta por la margen del Arroyo Llaín que posee un diverso bosque de ribera constituido por alisos, sauces y avellanos para a continuación ascender por una plantación de eucaliptos hasta llegar a la torre de vigilancia forestal de la Casa del Monte, símbolo del Corona y vértice sureste del Parque Natural (PN) de Oyambre.
Merece la pena acercarse hasta la ermita de San Esteban, situada en un altozano y que constituye uno de los mejores miradores del PN y de toda la costa occidental de Cantabria. Se continúa por todo el límite sureste del PN hasta alcanzar el mirador del área recreativa de Las Argayás, desde el cual se observa la cuenca del Regato de Bichurichas y las principales formaciones arbóreas del Corona: las plantaciones alóctonas de roble americano y eucalipto en la vertiente este y el bosque caducifolio autóctono de hayas y robles en la oeste, con el telón de fondo del mar Cantábrico.
La Canal de San Antonio es una de las zonas más ricas en hayas, cajigas, abedules, arces, alisos y avellanos siendo el hogar de uno de los escarabajos cantábricos más distintivos que es el gran capricornio (Cerambix cerdo), un longicornio llamado así por sus largas antenas y que se alimenta de los fluidos azucarados que brotan de las heridas del tronco y las ramas de las cajigas o robles comunes. También se pueden oir y observar aves forestales como el arrendajo, el carbonero, el pinzón, el trepador azul y ya de noche el ulular del cárabo.
En dirección oeste se llega hasta la ermita de San Antonio, en la que se celebra el 13 de junio una romería en su honor en la campa anexa. Desde aquí sólo queda retornar hasta volver a enlazar con la margen del Arroyo Llaín para finalizar en el parking de La Tejera, punto inicial de la ruta.