Duración: 3 horas
Dificultad: baja
Desnivel:250 m
Distancia horizontal: 6 km
Tipo de recorrido: Circular
Tipo de firme: Sendero y camino rural
¡Viaña es la sorpresa escondida! La unión de dos valles nomina esta ruta que remontamos buscando los viejos puentes que sortean sus cauces fluviales. Por un lado el valle de la Tejeda y el cabañas de Cubirquío fijarán en nuestra retina un ejemplo de paisaje pasiego óptimo, donde cabañas, callejos, arroyos y un perfecto mosaico de hábitats nos retrotraen a las épocas en que la armonía entre ser humano y naturaleza se equilibraba a la perfección. Cada rincón del comienzo de esta ruta nos sorprende, comenzando por las aguas puras del curso fluvial o las huellas del fondo del mar Cantábrico que encontramos aquí con total nitidez, grabadas en la dura roca. Roca inerte y fauna alada, pues algunas de las libélulas y mariposas más valiosas de los Valles Pasiegos conviven en este espacio de calma y armonía.
El valle de la Tejeda nos prepara para la incursión en su vecino y afluente Bustalvain. El contraste entre el cajigal de la umbría, el frondoso helechal y la proximidad de los cabañales de Cuadros y Cutil nos avanza la comunión existente entre los retazos de bosque atlántico, las huellas del fuego y la ocupación humana de los valles pasiegos. Tras descender hacia el curso del río Bustalvain nos sorprende una cascada de aguas cristalinas, y sobre todo en la época estival. uno de los paisajes que no son fáciles de olvidar: la selva esmeralda del avellanar de ribera junto al humilde puente de piedra que franquea las aguas del río. Una continua alfombra de musgo se extiende por piedras y base de los árboles transformando todo en una atmósfera ciertamente irreal.
La subida por la solana nos devuleve la luz y añade el color de las especies de la humilde flora pascícola junto a ejemplares notables de acebos, enrevesados callejos, regatos y rincones donde los helechos y culantrillos compiten por un espacio libre. La huella del tiempo ha dejado cicatrices en las cabañas que, desvencijadas algunas, parecen no querer dejarse vencer por el olvido. Como bien sucede en nuestras incursiones pasiegas, hemos elegido un excelente mirador para ese obligado alto en el camino, un lugar al abrigo de los brezos donde nuestra vista se perderá hacia tierras burgalesas, por la cumbre del Cotero, o buscando las pardas laderas del quejigal Marroquín, el bosque prohibido al que pocas veces se llega.
Estos son sólo algunos de esos momentos que nos ofrece la ruta del Valle de Viaña, un recorrido por las magníficas historias que desvela la emocionante Red Natura 2000 que nos acompaña en el día a día pasiego, y que recobra un sentido especial cuando hollamos sus sendas, a veces poco conocidas.
Desde el lugar de punto de encuentro al inicio de ruta es preciso hacer un breve trayecto en vehículo. Recomendamos compartir coche dado la escasez de aparcamiento en el inicio de ruta.