Duración: 4 horas
Dificultad: Baja
Desnivel: 50 m
Distancia horizontal: 7,5 km
Tipo de recorrido: Lineal
Tipo de firme: Sendero, playa y pista forestal
Este paseo permite admirar la mayor parte de los ambientes litorales del Parque Natural, pues atraviesa sus playas, dunas y acantilados. Permite además un reconocimiento preciso de la flora de cada uno de esos ambientes, y en tanto, supone una oportunidad estupenda para apreciar el delicado equilibrio de cada ecosistema. Se parte de la playa de Tostadero, y se transita sobre el espigón construido en décadas pasadas en la salida de la ría de San Vicente. La playa de Merón protagoniza todo el primer tramo de la ruta. La Braña, Bederna o Jerra son otras de las acepciones con que se conoce a esta playa barquereña que abarca el espacio entre la ría de San Vicente y el Cabo Oyambre sobre una longitud de cuatro kilómetros. Se trata de una playa con un amplio recorrido intermareal como corresponde a las playas de pie de acantilado. En las pleamares apenas queda un breve testimonio de las playas y las dunas adquieren su máxima relevancia. En el extremo occidental la duna aparece ocupada por un pequeño pinar de repoblación. Estas actuaciones fueron comunes en las décadas centrales del pasado siglo en algunos de los arenales costeros de la región; se pretendía fijar las dunas con una especie bien adaptada a suelos pobres en nutrientes y el pino marítimo (Pinus pinaster) fue aquí la especie elegida. El irregular y breve cordón dunar que ocupa toda la trasplaya de Merón en su primer tramo muestra diversos efectos de la interacción antrópica sobre este medio. En el mismo ambiente de la pequeña formación dunar conviven especies propias de la preduna como la arenaria de mar (Honkenya peploides) con otras habituales de dunas más estables como la lechetrezna (Euphorbia paralias) el cardo de mar o eringio (Eryngium maritimum) o la campaneta de mar (Calystegia soldanella). Incluso alguna especie propia de arenales estables menos afectados por el influjo del aura marina están presentes en este tramo, caso de la linaria de mar (Linaria maritima) que aparece en otros ámbitos cantábricos en las dunas terciarias.
La playa de Merón es el ámbito de desembocadura del breve barranco de Bederna. En su recorrido final se ve orlado por un juncal cañaveral subsalino que sustituye a los cañaverales (más sensibles a los aumentos de salinidad de las aguas) y se acompaña de la enea (Typha latifolia) y el lirio de agua (Iris pseudacorus). El acantilado de trasplaya está formado por materiales terrígenos del Terciario, básicamente margas y arcillas. El carácter deleznable de su litología favorece el desarrollo de flujos y deslizamientos rotacionales que son acelerados por las mareas vivas en los temporales. En las grietas o en los lugares más húmedos es destacable la presencia del perejil marino (Crithmun maritimum), el culantrillo marino (Asplenium marinum), el helecho cabello de venus (Asplenium adiantum-nigrum) o la lavanda marina (Limonium binervosum); no es difícil bordeando el cabo en dirección a Oyambre contemplar el descanso sobre las rocas de algún grupo de cormoranes o el ir y venir de las gaviotas. Sobre el propio acantilado, en la zona culminante, y cuando algún resalte rocoso permite una mínima protección del hálito marino, es posible discernir la presencia aislada o en pequeños matorrales de alguna especie mediterránea que en principio podría resultar inesperada en este ámbito cantábrico. Llama especialmente la atención la recortada silueta de los olivos silvestres o acebuches (Olea europaea var. sylvestris) de la zona culminante del cabo, una especie de menor porte que el olivo, resistente a la sequedad edáfica pero que difícilmente soporta períodos de helada intensos. Aparecen también vides silvestres (Vitis vinifera subs.sylvestris), laureles (Laurus nobilis), rosales silvestres (Rosa pimpinellifolia) y aladiernos (Rhamnus alaternus) e incluso pequeños ejemplares de rebollo (Quercus pyrenaica).
El frente acantilado está constituido por materiales calcáreos del terciario y sobre esa base el desarrollo de procesos de karstificación es muy intenso. Las frecuentes dolinas y lapiaces son la principal expresión superficial del fenómeno kárstico en todo el entorno del cabo. En el recorrido hacia la duna de Oyambre llamará la atención del visitante el Monumento del Pájaro Amarillo, que recuerda al primer avión en tocar tierra española tras un vuelo trasatlántico directo desde Old Orchand (EE.UU.). El poeta comillano Jesús Cancio recordó aquél efemérides con estos versos: “Aquí hizo un alto en su glorioso vuelo/ un águila de espíritu romántico/que atravesó el desierto del Atlántico…” En el sector más oriental de la playa se conforma un nuevo cordón dunar que fue ocupado en parte por un campo de golf hace algunos años, que separa la playa del estuario y de la desembocadura de la ría de la Rabia. La acción concatenada de las corrientes litorales, con rumbo oeste-este, de los dominantes flujos estivales de mar a tierra, así como de los cerramientos de las rías, ha propiciado por un lado la acumulación y por otro el avance del arenal hacia el interior. Las dunas fueron colonizadas espontáneamente por vegetación adaptada a medios arenosos. Ambos procesos no han impedido que la pertinaz acción zapadora de las mareas vivas en la base de las dunas haya generado pequeños escarpes donde puede apreciarse con nitidez la característica estratificación cruzada de la formación. Algunas especies vegetales invasoras, como Oenothera glazioviana o la chilca (Baccharis halimifolia), aparecen en la zona culminante de la duna. Para completar la ruta propuesta puede bordearse la duna y el campo de golf hasta finalizar en el aparcamiento de la playa. En el matorral de postduna se aprecia la presencia del aladierno (Rhamnus alaternus), los tomatillos del diablo (Solanum nigrum y la zarzaparrilla (Smilax aspera. Tras la compuerta del dique que se colocó en la marisma de Zapedo durante la segunda mitad del pasado siglo, para proceder a su desecación y permitir una plantación maderable de eucaliptos, se está recuperando a gran velocidad la vegetación de marisma. La ruptura del dique y la penetración consiguiente de las mareas, la recuperación de los valores de salinidad anteriores y la mezcla de las aguas marinas con las continentales, han provocado un nuevo cambio en el espectro vegetal de este entorno.
ATENCIÓN: el punto de encuentro no coincide con el de inicio de ruta y habrá que hacer un pequeño desplazamiento en coche hasta comenzar la actividad
IMPORTANTE: Si bien la ruta está catalogada como fácil, hay un par de tramos de unos 10 metros que debido a las condiciones arcillosas del terreno pueden resultar un poco incómodas si ha llovido los días previos.