Duración: 6:30 horas
Dificultad: Alta
Desnivel: 800 m
Distancia horizontal: 9.5 km
Tipo de recorrido: Circular
Tipo de firme: Sendero
Aforo de la actividad sujeto a posibles restricciones por el COVID-19. Con la actualización semanal del semáforo COVID-19 del Gobierno de Cantabria es posible que esta actividad vea su aforo reducido por posible un aumento de la incidencia del virus en el municipio en el que se desarrolla. En ese caso tendremos que dar de baja a las últimas personas inscritas.
Ruta de dificultad alta, que discurre dentro del municipio de Peñarrubia, en la comarca Saja Nansa, con inicio y final en Linares, capital del municipio. Esta población de antiguo realengo se encuentra bajo la escarpada protección del macizo de Peñarrubia, cuyo ascenso vertiginoso nos llevará a sus puntos más elevados, como son Virdiu de Treslajorá y Gamonal con 1125 y 1225 metros de altitud respectivamente, territorios ambos dominados por el majestuoso vuelo del buitre leonado.
El recorrido, que habrá de salvar el importante desnivel entre Linares y las cumbres del macizo de Peñarrubia, lo hará por uno de los antiguos caminos que los paisanos de la zona seguían para llegar hasta los invernales más altos. Este antiguo sendero, del que la memoria se pierde en el tiempo al igual que nuestros sinuosos pasos hacia lo alto, se inicia entre las callejuelas de Linares, a la sombra de la Torre del Pontón, para rápidamente abandonarlo entre los prados y antiguas zonas de cultivo.
La primera parte de la ruta tendrá como acompañante a un pequeño bosque de encinas (Quercus ilex), que jalonarán nuestro ascenso hasta los invernales de Matirribonda y Arín, territorio este dominado por el fructífero matrimonio entre brezales atlánticos (Erica ssp.) y piedra caliza, que no nos abandonarán hasta el final del viaje.
La segunda parte de nuestro itinerario nos llevará desde “collao Las Llaves” hasta el “prau la Collá”, en una suerte de cresteo que discurrirá entre las máximas altitudes del macizo de Peñarrubia, siempre bajo la atenta mirada de especies como el buitre leonado (Gyps fulvus), el milano real (Milvus milvus) o el halcón peregrino (Falco peregrinus). Y las huellas que los pobladores más antiguos de estas tierras nos dejaron como legado, materializadas en forma de menhires, dólmenes y necrópolis.
Durante todo este tramo, las vistas y panorámicas que se nos ofrecen, nos dejarán más de una vez sin aliento, pues tendremos ante nuestros ojos desde el azul mar Cantábrico hasta las altas cumbres de su cordillera, pasando por la impresionante visión del macizo oriental y central de Los Picos de Europa.
Por último, la ruta se lanzará en un descenso sin descanso hasta regresar al pueblo de Linares, atravesando pastizales de montaña salpicados por espinos albares (Crataegus monogyna) y la metálica presencia de perdices pardillas (Perdix perdix), que han encontrado entre el monte bajo de la zona un reducto donde resistir.
La alta diversidad de espacios; prados, encinares, brezales y matorrales, pastizales subalpinos, canchales, áreas puramente rupícolas, junto con la huella dejada durante milenios por los diversos usos humanos, hacen de este lugar el aula al aire libre ideal para conocer algunos de los valores naturales más importantes de la región.
Además, dentro de su patrimonio arquitectónico, destaca la Iglesia parroquial de San Andrés, del siglo XVI, La Torre del Pontón (declarada Bien de Interés Cultural en 1992), y los restos de las torres de Verdeja y de Piedrahíta.
Agradecimientos: Fotografías de Antonio Pérez