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Duración: 4 horas
Dificultad: Baja. El barro y la lluvia en días previos puede incrementar la dificultad de esta ruta. Recomendamos llevar bastón y calzado impermeable y de recambio en estos casos
Desnivel: 40 m
Distancia horizontal: 10 km
Tipo de firme: Sendero y pasarela
La actividad contará con dos grupos de 4 personas y 3 personas respectivamente. Siguiendo la instrucciones para la prevención del COVID - 19, entre las personas participantes siempre habrá una distancia de seguridad mínima de 2 metros.
La ruta discurre íntegramente por el ZEC río Nansa en su tramo bajo, muy próximo a la zona de desembocadura donde conecta con el ZEC Rías Occidentales y duna de Oyambre.
Sin separarnos del río en todo el recorrido, la ruta nos lleva por una ribera fluvial en buen estado de conservación donde dominan los sauces y alisos, alternados con avellanos y castaños. Garzas reales, cormoranes grandes, mirlos acuáticos, y lavanderas cascadeñas, junto con algún martín pescador son frecuentes en el recorrido, mamíferos como corzos, jabalíes y zorros también pueden verse, incluida la nutria cuya presencia se ha constatado en este tramo del río.
En primavera y especialmente durante el verano es habitual ver mariposas, libélulas, caballitos del diablo y números insectos de vida acuática en las orillas del río.
La pesca y los usos agrícolas y ganaderos han dejado huella sobre el territorio y aún perduran en nuestros días. A lo largo del recorrido atravesamos varios cotos de pesca, cabañas de pescadores y puentes en desuso. Entre marzo, que se abre la veda del salmón, y junio es frecuente ver pescadores durante horas a la caza de uno de las especies más escasas de nuestros ríos. La sobrepesca, las infraestructuras en nuestros ríos y el calentamientos de los océanos, hacen al ya poco abundante salmón una especie cada vez menos habitual en nuestros ríos.
La Central Hidroeléctrica de Trascudia, actualmente propiedad de Acciona es una de las barreras que tienen que sortear los salmones, nosotros atravesamos esa zona encajonada del río por un sendero estrecho escavado en roca caliza, lo que permite la presencia de vegetación mediterránea y donde abunda el encinar cantábrico (Quercus ilex ilex), junto con ejemplares de laurel (Laurus nobilis) y madroño (Arbutus unedo).