Duración: 3:30 horas
Dificultad: Baja
Durante años la gente más humilde acudió a las brujas y a los magos en busca de soluciones. En muchas ocasiones se les llamaba brujos, druidas o meigas porque conocían muy bien las propiedades de las plantas. A veces el remedio era pura lógica y ayudaba a quien confiaba en ellos; en otras ocasiones el tratamiento acababa en tragedia.
Sin querer convertirnos en guajonas, anjanas o brujas del hábito blanco, podemos conocer un poco más las plantas mágicas que se utilizaban para curar los males, para ayudar a las jóvenes descarriadas, o incluso para que alguien muriera de amor tras elaborar un conjuro. En los Valles Pasiegos se utilizaban algunas para aliviar los males del ganado. Hay muchas que al llegar el otoño nos ofrecen vistosos frutos que hemos de evitar. Proponemos una nueva ruta para conocerlas mejor y ¡quién sabe! quizás en algún momento precisemos del conocimiento que llevaron a la botánica oculta a ser una de las facetas del saber popular más fantástica y desconocida.
Esperemos terminar la ruta sanos y salvos, aunque… ¡Nunca se sabe!