Duración: 6 horas
Desnivel: 300 m
Distancia: 15 Km
Tipo de recorrido: circular
Tipo de firme: Camino, pista, sendero
Dificultad: media
El Ebro, una vez que abandona el Embalse al que da nombre, toma rumbo sur. En este tramo, su cauce se encaja en el conocido como “Cañón de Valdeprado”, que termina abriéndose en el Valle de Valderredible, y girando ya hacia el este, en su continuo camino hacia el Mediterráneo. Este espacio protegido se incluye dentro de la Zona de Especial Conservación (ZEC) Río y Embalse del Ebro, y las especies y hábitats que ha propiciado su declaración son las vinculadas al propio río y al bosque de ribera que lo acompaña.
Desde la plaza de Aldea de Ebro podremos seguir la señalización del GR – 99 hacia Loma Somera. El camino gana altura cruzando primeramente un monte cubierto en su mayoría por un robledal joven, La Costeriza, que antiguamente estaba ocupado por fincas y tierras de labor. Con el cambio de ladera, la humedad se hace más presente y recorremos un pequeño hayedo, para salir, ya en terreno de Valderredible, a otra zona de pastizales conocida como Cabrero. Aquí la panorámica se abre un poco más, dando vistas al Cañón de Valdeprado, y junto al camino empiezan a aparecer grandes robles. En Loma Somera accederemos hasta el roble centenario conocido como “La Piruta”, incluido en el Catálogo de Árboles Monumentales de Cantabria. Se trata de un Quercus robur, de 17 metros de alto y 10 de perímetro en la base. También tenemos desde aquí una buena panorámica del valle. Descendiendo hacia el Ebro llegaremos al Molino de La Renegada, donde comienza un cómodo sendero hasta el pueblo de Aroco, siempre a la orilla del Espacio Protegido del Río Ebro.
Es necesario llegar hasta Aroco para cruzar por su puente, y así enlazar con la margen derecha del río, por donde encontramos otro sendero, recientemente recuperado por las cuadrillas de mantenimiento de Naturea. Durante este último tramo dominan el paisaje los rebollares, brezales y pinares de pino silvestre, siempre junto al bosque de ribera. En el río habita la nutria, y aves como el martín pescador o la lavandera cascadeña. En los troncos de la ribera veremos numerosos agujeros taladrados por los pájaros carpinteros, y es habitual la presencia de corzos y otros mamíferos como el tejón, el zorro o la marta. El Puente de los Riconchos nos conducirá finalmente al Molino de Aldea y a la Ermita de San Pedro hasta dejarnos de nuevo en Aldea.