El recorrido atraviesa la Zona de Especial Conservación (ZEC) Montaña Oriental, espacio natural protegido integrado en la Red Ecológica Europea Natura 2000. Se trata de una ruta lineal por un camino que atraviesa el macizo calcáreo de la Sierra del Hornijo, conectando el valle de Ruesga con los caminos hacia Castilla por el puerto de La Sía cruzando el municipio de Soba. Todavía se conserva parte del antiguo camino encachado de piedra pero únicamente en la parte central de la ruta.
Comienza con una pista forestal que conecta con el cabañal abandonado de La Cerroja. Bordeando cabañas por un camino entre muros, se dejan atrás las singulares construcciones, en su mayoría en desuso, para adentrarnos en una de las zonas kársticas más activas y agrestes de la zona oriental de Cantabria donde el camino, entre dolinas y lapiaces, discurre labrado y armado sobre las rocas.
Después de un ascenso entre peñas se alcanza la dolina más grande de la Sierra del Hornijo y que da nombre a esta ruta: el Hoyo Masayo. Esta depresión se encuentra tapizada por uno de los hábitats más extensos de este territorio, el hayedo (Fagus sylvatica), en el cual también podremos observar especies arbóreas acompañantes como el acebo (Ilex aquifolium) o el tejo (Taxus baccata), y en el que habitan especiesn tan emblemáticas como el pito negro (Dryocopus martius) o el cárabo (Strix aluco). El modelado kárstico, producto de la disolución de la caliza por la acción del agua, es uno de los aspectos más relevantes de este itinerario, y se hace aún más presente con los característicos lapiaces, conocidos localmente como garmas, en los que afloran las agujas calizas.
Para salir del Hoyo Masayo se atraviesa una impresionante garma por un camino empedrado en ascenso hacia el Hoyo Salzoso, de menor tamaño y ocupado por un interesante conjunto de prados y cabañas. A partir de este punto se abandona el camino y se toma una pista que asciende hasta el Alto del Crucero que, con 1.063 metros, es el punto más alto de todo el recorrido. En la parte alta, el paisaje de praderas va desapareciendo para, progresivamente, dejar paso a un matorral típico de landa atlántica con brezos (Erica spp) y tojos (Ulex gallii).
Se desciende por la pista hasta llegar al collado de Entremazos, el cual separa dos imponentes peñas calizas: el Mazo Chico y el Mazo Grande. A mitad de la bajada se abandona la pista para tomar un sendero que atraviesa un bosque de roble rebollo (Quercus pyrenaica) conectando con un callejo para, entre prados de diente y siega, finalizar en Astrana.