Duración: 4 horas
Dificultad: Media
Desnivel: 250 m
Distancia horizontal: 5 km
Tipo de recorrido: Circular
Tipo de firme: Senderos y pistas forestales
Esta ruta es la más meridional de todas las que podemos realizar en los Espacios Protegidos de Cantabria. Destaca por su paisaje y su clima de transición entre el ambiente oceánico y húmedo de la costa cántabra y las características más secas y extremas de la Meseta Castellana, muy cercana. Su trazado nos permite conocer el Cañón del Ebro, incluido dentro de la Red Natura 2000 como Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA), y el río Ebro, declarado Zona de Especial conservación (ZEC).
Se trata de un paisaje de contrastes, de líneas rotundas y sinuosas: por un lado los rectilíneos farallones calizos, que en algunos puntos rozan los 200 metros de verticalidad; por otro lado, los meandros del Ebro en el fondo de valle. El gran río ha sido el encargado de erosionar la roca, durante millones de años, en su curso hacia el Mediterráneo. El resultado es un relieve abrupto, con abundantes paredes verticales colonizadas por la avifauna rupícola, uno de los objetivos el itinerario. Las repisas y cortados ofrecen el hábitat ideal para multitud de aves especialistas: rapaces sedentarias como el buitre leonado y otras migratorias como el alimoche, las águilas culebrera y calzada encuentran aquí el hábitat ideal.
El Tobazo es un arroyo de origen subterráneo que se nutre de las aguas filtradas en el Páramo de La Lora, y que ha ido horadando un sistema kárstico de más de 4 kilómetros de desarrollo. Estas aguas carbonatadas salen al exterior y dan origen al edificio tobáceo por el que se precipitan para llegar al Ebro. Nuestra ruta está trazada específicamente para conocer la surgencia y la cascada que forma, veremos el nacedero, las pozas y las diferentes terrazas que forman este conjunto de interés geológico.
También el hombre ha sabido utilizar los recursos naturales en su beneficio. Hasta finales del siglo pasado estuvo en servicio la central Electra del Tobazo, que aprovechaba el desnivel existente entre el nacedero y el fondo de valle para generar electricidad con las aguas de la surgencia. Otros aprovechamientos más tradicionales han dejado su impronta en el paisaje, como las actividades pastoriles en las planicies de los páramos, y las agrícolas en la fértil vega del Ebro; lo que sin duda ha contribuido a diversificar los ambientes ecológicos disponibles para la fauna silvestre.
Agradecimientos: galería fotográfica por Iván Ruiz