Duración: 5 horas.
Dificultad: media.
Desnivel acumulado:404 m.
Distancia horizontal: 8 km.
Tipo de recorrido: Circular.
Tipo de firme: Sendero y camino rural.
El Valle del Miera es el gran desconocido de los Valles Pasiegos. Esta nueva ruta, abierta en 2017, combina a la perfección la riqueza del bosque de ribera que protege las orillas de este extraordinario curso de agua, con el paisaje de piedra que lo convierte en castillo inexpugnable. La belleza del paisaje y la riqueza de la franja arbolada lo hacen merecedor de ser una de las Zonas Especiales de Conservación fluviales más importantes de la región. Comenzamos en Mirones donde la primera sorpresa surge al cruzar el río, haciéndolo sobre uno de los puentes de factura romana más importantes del valle, que sirvió durante siglos a los carromatos y paisanos que transitaron entre La Cavada y el Portillo de Lunada.
Es desde el puente de Mirones donde iniciamos un cómodo transitar siguiendo el cauce a través de la senda fluvial del Miera: avellanos, aladiernos, alisos, sauces, fresnos e incluso laureles propios de zonas más costeras, forman estas orillas arboladas a las que se asoman algunos gigantes australianos que habitan en la ladera superior. La ruta se interna por zonas umbrosas, toca el agua cristalina, trepa por el desfiladero y se asoma a miradores donde el gris de la caliza resalta entre el verdor natural de la vegetación. En un recodo del camino, flanqueados por la imponente muralla rocosa de la peña Yagos, se yergue la peña Tras, que con sus 458 metros de altitud sobrevuela la garganta rocosa.
El barranco de Recuvillo permite acceder a las campas de la Sotilla, lugar donde las rapaces se muestran sin recato alguno. No es difícil sorprender el vuelo de buitres leonados, ratoneros comunes y en época estival, alimoche y águilas calzada y culebrera. La subida se ve igualmente amenizada por algunas alondras y el sonoro trino del acentor común. Protegidos por los escarpes de la Mota Grande trasponemos el collado de la Sotilla para cambiar a un plácido paisaje de cabañas, bosque y pradería, enmarcado en el amplio panorama del alto Miera hacia el sur y el Mar Cantábrico junto al horizonte septentrional.
Un descenso vertiginoso siguiendo el camino rural que baja al valle nos permite apreciar la grandeza del macizo de las Enguinzas y el castañar de Ucabao, camino de vuelta en la ruta del Camino de los Neveros. La bajada nos ofrece un continuo trinar de pequeños pájaros, relinchos de carpinteros y el vuelo trazado del gavilán cuando cruza la ancha vaguada; pondrá a prueba nuestras piernas hasta la proximidad del Barrio de la Vega, por donde retornamos a Mirones cuatro horas y media tras haber iniciado la marcha.