Duración: 3:30 horas
Desnivel: 250 m
Distancia: 7 km
Dificultad: Baja
Aforo de la actividad sujeto a posibles restricciones por el COVID-19. Con la actualización semanal del semáforo COVID-19 del Gobierno de Cantabria es posible que esta actividad vea su aforo reducido por posible un aumento de la incidencia del virus en el municipio en el que se desarrolla. En ese caso tendremos que dar de baja a las últimas personas inscritas.
Valdeolea es, sin duda, el municipio cántabro con más acusado carácter mesetario: su paisaje presenta suaves relieves ondulados, y una de las altitudes medias más elevadas de Cantabria. El techo del valle lo marcan los casi 1.600 metros de altitud del Monte Endino, mientras que el punto de menor altitud es el cauce del propio Camesa, a unos 950 metros, en las famosas poblaciones de nenúfar amarillo de Mataporquera. Esta ruta comienza en el pueblo de Las Quintanillas, uno de los más elevados, junto al Palacio de los Marqueses de Careaga, del s. XVIII. Cuenta con el código SL-S 36 y aparece señalizada en la mayor parte de su recorrido.
El itinerario busca conocer el arroyo de las Quintanillas, afluente del río Camesa, y recorre un robledal de excelente calidad en la ladera Sur del monte Quintana. Aquí, el hábitat de robles melojos se desarrolla sobre un sustrato ácido y presenta un sotobosque rico en brezos, serbales, arces y acebos. La ascensión es suave, y la llegada a la Peña de las Siete Cruces permite al visitante reconocer la mayor parte de los pueblos de Valdeolea y visualizar el trazado sinuoso del río Camesa, cortejado por su característico bosque de ribera. El Monte Endino y Peña Rubia, enclaves oseros por excelencia, dominan la panorámica al norte, y asomando a lo lejos aparecen las estribaciones del Alto de Palombera, marcando el límite con la Cantabria húmeda. Hacia el sur se extiende la planicie castellana, en la que se elevan Peña Amaya y el Monte Bernorio, muelas que albergan yacimientos prerromanos de altísima importancia.
En cuanto al arroyo que forma la vaguada que recorremos, es de pequeña entidad, y sufre fuertes estiajes. Aguas arriba, allí donde la escorrentía y las fuentes forman un incipiente cauce fluvial, se generan microhábitats palustres, indispensables para la cría de especies como el tritón jaspeado, la salamandra o la rana bermeja. En esta braña aún se reconocen antiguos cierres ganaderos de losas hincadas, trabajos tradicionales de cantería que suponen pequeñas joyas etnográficas. Esta pequeña cabecera, junto a la de los arroyos de Valberzoso, Fuente Arenosa, Henares y el propio Camesa, conforma la Cantabria Atlántica, un humilde aporte a la gran cuenca del Duero. Por su singularidad ecológica, y los hábitats y especies que presenta, sobre todo la ictiofauna, cuenta con la declaración de Zona de Especial Conservación.