Duración: 4 horas
Dificultad: Media
Desnivel: 250 m
Distancia horizontal: 5 km
Tipo de recorrido: Circular
Tipo de firme: Senderos y pistas forestales
La acción erosiva del río Ebro sobre las calizas y margas del Cretácico Superior de los Páramos de La Lora y Bricia, ha originado lo que hoy conocemos como el Cañón del Ebro, una sucesión de hoces y gargantas, con abundantes paredes verticales colonizadas por la avifauna rupícola, uno de los objetivos el itinerario. Las repisas y cortados ofrecen el hábitat ideal para multitud de aves especialistas: por un lado las grandes rapaces, que se benefician de las corrientes térmicas en sus desplazamientos, y por otro lado una serie de paseriformes, como los vencejos y aviones, dependientes de la gran cantidad de insectos que pueblan la zona. El ambiente mediterráneo de la superficie paramera nos ofrecerá otra tipología de especies: calandrias, terreras o collalbas grises, típicas de estos ambientes secos.
Pese a la rotundez de los murallones, no debemos pasar por alto uno de los procesos erosivos asociados a la caliza, la karstificación, que horada el interior del macizo, y crea todo tipo de formas: cuevas, surgencias, sumideros etc. Resultado de este proceso de erosión es la cascada del Tobazo: un manantial de aguas ricamente carbonatadas, que precipitan al salir al exterior, formando lo que se conoce como piedra toba. El itinerario asciende al Páramo de La Lora, para luego regresar al pueblo de Villaescusa por un sinuoso sendero junto a la cascada, permitiendo al visitante observar todos estos procesos.
Agradecimientos: galería fotográfica por Iván Ruiz